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No sabemos cuántas pistas de hockey tendrá México en 25 años, ni tampoco los nombres de los jugadores que podrán representar a ese país en la NHL durante el próximo cuarto de siglo. Pero, mientras se practique el juego, solo una mexicana poseerá la primera medalla de la nación en una competencia olímpica de hockey y su nombre es Luisa Wilson.

La atleta, logró la hazaña en los Juegos Olímpicos Juveniles de Invierno el pasado 15 de enero de 2020, cuando hizo sonar el himno de su tierra en la Vaudoise Aréna en Lausana, Suiza, apenas con 14 años de edad. "Fue realmente increíble", dijo Wilson a NHL.com en una entrevista reciente, reflexionando sobre el quinto aniversario de haber ganado la medalla de oro. "Recuerdo estar de regreso con mi familia y mi madre me dijo: 'Luisa, esa es la primera medalla de invierno que México ha ganado en unos Juegos Olímpicos, en la historia'.

Sobre la importancia del logro, Wilson agregó. “Me sorprendí. Pensé: '¿De qué estás hablando? Estoy segura de que tenían alguna otra medalla. No, fue la primera en los Juegos Olímpicos de Invierno. Me sorprendió mucho. Tuve una entrevista con Forbes... No creo que me di cuenta hasta que regresé a casa y vi gente con cámaras de televisión esperando para entrevistarme. Fue increíble ver que eso en realidad pasó".

Wilson compitió en esos Juegos Olímpicos de la Juventud en el torneo mixto femenino de 3 contra 3, en el que las listas estaban compuestas por jugadoras de diferentes nacionalidades. Ella estaba entre las 13 integrantes (11 patinadoras, dos porteras) del Equipo Amarillo.

No había dos jugadoras del mismo país, lo que hace que sea aún más agradable para Wilson mantenerse en contacto con sus compañeras de equipo. Ha visto a amigos de Bélgica, Nueva Zelanda y España en las competiciones de los últimos años. "Envié un mensaje a todos para desearles un Feliz Año Nuevo. Es realmente genial que tengamos redes sociales para conectarnos a todos", agregó la mexicana.

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La carrera de hockey de Wilson ha avanzado en los últimos cinco años, al igual que sus actividades académicas. La delantera de 19 años está inscrita en una universidad en la Ciudad de México que le permite estudiar con una beca mientras juega hockey para la selección nacional y también a nivel de clubes.

Wilson es sin duda una de las adolescentes más ocupadas del mundo, ya que equilibra el hockey, sus clases y sus compromisos con la selección nacional mexicana de rugby, a la que también representa a nivel internacional. Espera jugar hockey profesional de alto nivel en el futuro, ya sea en la PWHL (Professional Women's Hockey League) o en ligas europeas. “Estaba muy emocionada cuando se fundó la PWHL”, dice. “Si alguna vez pudiera llegar a ese nivel, sería increíble”.

Hija de padre canadiense y madre mexicana, Wilson nació en México y vivió allí continuamente hasta los 12 años. Sus primeras experiencias con el hockey llegaron cuando tenía tres años, gracias a su padre, Brian, un ex portero de los Quinte Red Devils en Belleville, Ontario. Brian era entrenador en México, además de su trabajo como quiropráctico. “Yo también comencé a jugar porque mi papá siempre estaba en el hielo y de acuerdo con mi mamá, yo lo seguía a todas partes”.

El amor de Luisa por el juego floreció en las pistas de los centros comerciales que son comunes en la Ciudad de México. Ella describe la cultura del hockey en su país como “pequeña pero en crecimiento”. Wilson, que solía ser la única chica en sus primeros equipos de hockey juvenil, ahora ve a muchas más jovencitas en las pistas. Brian es instructor de patinaje sobre hielo y entrena al equipo del hermano menor de Luisa, que tiene 11 años.

El acceso al hielo en México es más fácil de lo que uno podría pensar. “Es una locura”, dice Wilson. “Tenemos mucho tiempo sobre el hielo por estar en el equipo nacional. Si quisiera, podría practicar todos los días de la semana... El hielo no cuesta tanto aquí como en Canadá”.

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Wilson se mudó con su familia a Vaughan, Ontario, a los 12 años para buscar un nivel más alto de hockey competitivo antes de regresar a México después de la escuela secundaria. A la jugadora le encanta pasar la Navidad en Canadá cuando es posible, rodeada de nieve y partidos de hockey en la televisión.

Dondequiera que estén, la familia Wilson sigue estrechamente conectada con los aspectos canadiense y mexicano de sus identidades. Luisa es bilingüe con fluidez, habla principalmente inglés en casa mientras estudia en español para obtener su título en fisioterapia.

“A veces estoy en la escuela y hablo con gente en español, pero en mi cabeza pienso: ‘Espera, ¿estoy hablando en inglés o estoy hablando en español?’”, dice Wilson, antes de agregar con una sonrisa: “Me sale con fluidez cualquiera de los dos idiomas. Mis pensamientos están en el idioma que estoy hablando. A veces resulta confuso”.

Luisa se ríe cuando le preguntan a qué equipo apoya cuando Canadá y México juegan al fútbol. Su madre, Laura, sigue de cerca el deporte y es una ferviente aficionada de la selección nacional mexicana, conocida como “El Tri”. Por tal razón, Wilson experimentó esa pasión cuando la familia asistió a un partido entre los conjuntos nacionales femeninos de Canadá y México.

Laura aplaudió con entusiasmo cuando México marcó; Luisa fue más mesurada, reconociendo que su padre apoyaba al otro equipo. “Siempre es una mezcla”, explica Luisa. “Estar en el juego, con todas las emociones de todos, fue increíble. Mi mamá siempre apoyaba a México. Mi papá apoyaba a Canadá. Yo estaba en el medio, alentando a ambos”.

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Cuando Luisa termine de jugar hockey internacional, le encantaría seguir una carrera similar a la de su padre. Admira el impacto que Brian ha tenido en las personas a través de su trabajo como quiropráctico, específicamente en los atletas que están recuperándose de lesiones para competir nuevamente.

“He vivido con los deportes toda mi vida. He hecho gimnasia, ballet, patinaje artístico, taekwondo y natación. He practicado tantos deportes y no puedo imaginarme en nada que no esté relacionado con los deportes, porque crecí en un entorno donde es realmente competitivo”, afirmó Luisa.

La compasión de Wilson es tan fuerte como su competitividad. Hace dos años, en el aniversario de la medalla que ganó en Suiza, celebró la ocasión donando su cabello a una organización benéfica que apoya a personas que se someten a tratamientos contra el cáncer. Incluso cuando era adolescente, Luisa ha demostrado que comprende los impactos positivos que puede generar su plataforma. Y reconoce que esas oportunidades son el resultado de su entusiasmo genuino por el juego.

“Recuerdo que me emocioné mucho cuando me dijeron: ‘Luisa, puedes hacer una prueba para los Juegos Olímpicos de la Juventud y nunca me negué. Fue un momento increíble. Mis padres me apoyaron muchísimo. Fue genial estar allí y tener a toda mi familia allí para animarme. Mis abuelos estaban allí. Mis hermanos estaban allí. Mis padres estaban allí. Fue genial ver que podía hacer algo tan grande porque me encanta. Ese podría ser un gran mensaje para mucha gente, porque si uno sigue haciendo lo que ama, también se pueden hacer cosas increíbles”.