En las últimas semanas los New York Rangers se han parecido un poco más a su propia versión del año pasado, esa que conquistó el Trofeo de los Presidentes, otorgado al mejor equipo durante la temporada regular.
Después de obtener ese honor y caer posteriormente en la Final de la Conferencia Este ante los eventuales campeones Florida Panthers en los playoffs, los Rangers han enfrentado múltiples altibajos que han evitado que los neoyorquinos puedan siquiera acercarse al éxito en la temporada regular que lograron hace un año.
Dicho eso, los dirigidos por Peter Laviolette parecen estar ahora en una posición en la que hacerse con un boleto a los Playoffs de la Stanley Cup no luce como un objetivo tan cuesta arriba como hace algunas semanas. El club está metido en una férrea competencia con hasta seis equipos separados por apenas cuatro puntos por el último boleto del Comodín de la Conferencia Este.
Pero con seis victorias en sus últimos 10 partidos, Nueva York ha demostrado destellos de su potencial, y qué mejor manera de demostrarlo que exhibiendo una de sus fortalezas —la profundidad de su portería— pintando de blanco a los Nashville Predators de la mano de uno de los grandes históricos del juego.
Ahora con Nueva York, su equipo por segundo año consecutivo, Jonathan Quick sigue escribiendo su legado en la NHL, y en la noche del domingo escribió un capítulo más en su larga historia de logros. El veterano guardameta de 39 años alcanzó un hito significativo al disputar su partido número 800 en la liga, convirtiéndose en apenas el segundo portero nacido en Estados Unidos en lograrlo, después de John Vanbiesbrouck (882 juegos).